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Tres verdades y mentiras sobre nuestra psicología

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Comúnmente oímos muchas afirmaciones sobre la mente humana, sobre nuestra forma de ser, sobre nuestra forma de comportarnos… Al final incluso terminamos algo confusos debido a que no sabemos si estas afirmaciones que se hacen sobre nuestra psicología son muy reales o son muy falsas. Por eso, en este artículo vamos a recopilar algunas afirmaciones comunes sobre la psicología humana, y vamos a decir si son verdad, mentira, y por qué son verdad o mentira. En este artículo, tres verdades y mentiras sobre nuestra psicología.

Tres verdades y mentiras sobre la psicología humana

1. Ser optimista es positivo. Pues esta afirmación es… relativamente verdad y relativamente mentira. Digamos que está demostrado que la naturaleza humana nos empuja al optimismo. Pero también hay mucha gente que tiene cierta tendencia al pesimismo… ¿A quién les va mejor? ¿A los optimistas o a los pesimistas?

Tres verdades y mentiras sobre la mente humana

ardelfin

Quizás si pensamos en la persona optimista, que planifica, que actúa, que arriesga, que “se lo cree” y que obtiene al final muchas cosas; y luego pensamos en la persona pesimista que va con cuidado, que no arriesga tanto, que no actúa tanto, que hace las cosas con mucha cautela… al final casi no nos quedarán dudas de que ser optimista es mejor que ser pesimista… Pero no: la persona optimista de la que hablamos era un padre de familia español que se arriesgó a pedir una hipoteca que no pudo seguir pagando quedándose al final sin el piso y con una deuda de varios miles de euros; y la persona pesimista era Sir Isaac Newton, amargado, hosco, intratable, inestable, oscuro… al final vemos claro que el optimismo no es necesariamente mejor que el optimismo… pero es que ¡los optimistas son más felices! Newton fue un triunfador, pero también una persona oscura y que se cree que tenía tanta aversión a la gente que no tuvo vida sexual con nadie por su incapacidad completa de tener relaciones maduras. Digamos que como somos más felices siendo optimistas es mejor ser optimista, pero eso sí, para que no nos pase lo que al padre de familia español endeudado, tenemos que ser a su vez personas razonables, analíticas, objetivas y practicar un optimismo inteligente.

2. Usamos sólo un 10% de nuestro cerebro. Pues esta afirmación es… ¡verdad! (lo dijo ni más ni menos que Dale Carnegie). Por ahí he leído textos de ignorantes que tachan como mentira esta afirmación… (a su vez que intentan desprestigiar a Dale Carnegie por no ser científico, pero ignoran que era un gran escritor y maestro de profesión). Pero esta es una afirmación que se ha demostrado cierta… eso sí, con mil “peros”. Digamos que efectivamente la mayoría de la gente usa sólo el 10% de sus capacidades intelectuales… Exactamente igual que la mayoría de nosotros usamos sólo el 10% de nuestras capacidades físicas. ¿Qué tendríamos que hacer para usar el 100% de nuestras capacidades físicas y sacarle todo el partido a nuestro físico? Pues evidentemente ir al gimnasio, cultivar nuestro físico, entrenar durante unos meses… Pues exactamente lo mismo pasa con nuestras capacidades intelectuales. Los universitarios normalmente suelen tener la media de inteligencia más alta de toda la población, inteligencia que suele bajar cuando estos universitarios terminan sus estudios y relajan su educación mental. El problema de la afirmación de que “solo usamos el 10% de nuestro cerebro”, es que hay gente que cree que para usar el 100% de nuestras capacidades cerebrales tenemos que recurrir al voluntarismo y eso no es así: no vale con querer o con aprender unas técnicas mágicas de concentración: hay que trabajar la cabeza. Y así sí, con el tiempo nuestras habilidades intelectuales aumentan, no sé exactamente si se multiplican por 10, pero sí que se nota mucho, debido a que el cerebro es tan plástico como nuestro cuerpo, y ya sabemos que si nosotros levantamos todos los días pesas nos ponemos “cachas” y fuertes, y algo así pasa si nosotros trabajamos la cabeza, que eso se nota, y se nota tanto que por ejemplo, casi todos los casos de “violencia de género” que vemos por la tele, se dan en parejas de escasa cultura y de escasos estudios (por lo que vemos que resulta hipócrita que el gobierno siempre esté condenando la violencia de género, a la vez que recortan en educación y en becas y que se quejan de que los jóvenes, sobre todo los jóvenes hijos de obreros, no así los hijos de grandes fortunas, tienen “sobrecualificación”.

3. Los opuestos se atraen. Esta afirmación es… mentira. Es al revés: buena aparte de los problemas de racismo de nuestra sociedad se deben a que de normal no nos suele gustar mucho la gente que tiene cultura distinta, que tiene tradiciones distintas que tienen formas de ser y de pensar distintos… Y en cambio, nos suele gustar la gente que tiene unos gustos parecidos a nosotros, que tiene nuestra misma forma de pensar, que tiene una manera de gestionar las emociones similar, que tiene unos gustos estéticos, musicales, literarios… similares a nosotros. No hay nada más falso que eso de que “los opuestos se atraen”. Al revés, nos suele tender a gustar más las personas que están más o menos en “nuestra misma honda”, con gustos parecidos, con formas de ver el mundo parecida, con formas de conversar y de gestionar los sentimientos y las emociones parecidas… Aunque sí hay dos fenómenos que contradicen un poco esto que decimos:

a. Lo que Freud llamó “el narcisismo de las pequeñas diferencias”. Esto hace referencia a que a veces nos solemos tender a pelear con alguien o algo que es muy parecido a nosotros, pero que nosotros suponemos muy distinto (y no miro al noreste de España…). Freud ilustraba esto en la rivalidad que existe por ejemplo entre los países muy similares de España y Portugal (a los que se quejen de mi “prosodia” y mis faltas de ortografía ,!,,) y decía que a veces la gente suele tender a fingir la diferencia con alguien muy parecido para así fomentar una identidad propia supuestamente única, pero en realidad, es una identidad propia creada a base de fingir diferencias. Esto afecta a las relaciones personales, también, por ejemplo yo a veces no me entiendo con personas de tipo poético como yo mismo, quizás porque a veces tenemos los mismos defectos, y al reconocer esos defectos propios  en otros, pues sentimos una extraña y desagradable sensación.

b. Lo que podemos llamar “el gusto por lo exótico”. A veces sí nos atrae lo exótico, lo distinto, lo oculto… En este caso sí damos algo de razón a la afirmación de que lo opuesto atrae. El grado de exotismo varía, por ejemplo, para un español la cultura francesa fascina porque es un poquito distinta a la cultura española. Y así, todo en Francia nos parece familiar a los españoles, pero a su vez distinto. Y luego estaría un grado de exotismo mayor, como el que sentiríamos si fuésemos a visitar las aldeas de Vietnam. En este caso, todo sería completamente distinto que en España, pero esta distinción podría ser atractiva porque a veces nos fascinamos por eso que no conocemos, que está como oculto, que no nos resulta familiar… pero eso sí, es verdad que a veces lo distinto atrae, pero es bien cierto que suele atraer menos, o al menos, durante menos tiempo. En el caso de las relaciones personales, empezar una relación con alguien muy distinto puede ser algo fascinante por la sensación de misterio que nos produce una persona tan distinta; pero también puede ser algo poco seguro porque este tipo de relaciones con personas muy distintas a nosotros suelen salir mal, aunque a veces son muy intensas. Digamos que para hacer un viaje de unas semanas, casi todos elegiríamos irnos a Vietnam antes que a París. Pero para vivir, casi todos elegiríamos París. O sea, para el largo plazo suele funcionar mejor lo que es parecido a nosotros. Pero lo que es muy distinto, nos puede hacer vivir intensas emociones a corto plazo. 


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